TIEMPO EN ASTROLOGÍA SIDERAL/TROPICAL

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El concepto de tiempo es determinante a la hora de captar nuestra realidad.

Existen dos tipos de concepto de tiempo:

  • El tiempo lineal: que mide el reloj, impuesto desde fuera. Aparenta ser homogéneo. Un segundo es igual a otro segundo, una hora a otra hora. Determina lo que debemos hacer: trabajar, acudir a una cita, despertar, acostarse. En una vida «común» es el director de nuestra vida. El stress (percepción de falta de tiempo) bloquea nuestra emoción y a su vez, la falta de emoción crea stress: nos robotiza o automatiza, dejamos de ser creativos: nuestras respuestas son previsibles (huída o ataque) nos volvemos temerosos y manejables.
  • El tiempo cuántico: es el que vivimos subjetivamente. Está ligado a nuestra vivencia emocional. Se experimenta cuando nuestra intención, lo que hacemos y pensamos van en coherencia con lo que sentimos. Abre una puerta dimensional, un puente de Einstein-Rosen. Nos vuelve creadores o co-creadores (dependiendo del nivel) de nuestra realidad. La intensidad emocional positiva de una experiencia puede dar lugar a la sensación de «parar» el tiempo, pues para la consciencia esa experiencia será recordada, re-vivida, independientemente del tiempo que transcurra.

El tiempo lineal como tal no existe. Digamos que es un concepto sacado del contexto en que se encuentra. Como las leyes newtonianas se cumple sólo para un espacio y circunstancias muy limitadas y en temas concretos no en un universo sutil y densamente interrelacionado. Nuestra vivencia, si somos emocionales no puede dejar de ser subjetiva. En cuanto entra en juego la emoción, por propia definición ilimitada, no medible, no cuantificable, se nos desdibuja, altera, pierde su linealidad.

La consciencia siempre va ligada a la emoción, al igual que al simbolismo y a su expresión externa (arquetipos materno y paterno respectivamente). Sin emoción, no hay vida, no hay creatividad, ni aprendizaje, ni consciencia de sí mismo ni resonancia con lo externo.

Todos los movimientos, todas las frecuencias, incluido el movimiento de rotación de nuestro planeta, el de su traslación alrededor del sol, el de los soles por las galaxia, la velocidad de la luz y el sonido no son homogéneos, automáticos ni permanentemente uniformes… como apuntó Einstein, todo es relativo a otro, se interrelaciona. Varía según el punto del espacio en que se encuentra.

La velocidad de rotación de los planetas se acelera o desacelera dependiendo de la proximidad a su estrella, lo mismo ocurre con todos los movimientos de sistemas, de los sistemas respecto de la galaxia etc. Es un equilibrio de energías en el que ninguna energía está sola, sino interrelacionada. Todo pertenece a otras dinámicas que lo engloba.

Esta interrelación y su sentido es lo que estudia la astrología respecto de la posición terrestre relativa, donde los arquetipos que representan los planetas y las casas (delimitaciones del fondo del cielo por donde transcurren) definen unas energías, un ciclo y un sentido mayor para la consciencia que las percibe.

El tiempo no es una excepción, varía según el lugar del universo en que nos encontramos (propiedad vertical del tiempo, externo), además de depender de nuestro estado emocional (en lo interno).

Si nada es estático ni homogeneo (caótico), permanente, ni aislado en el universo, incluyendo el mismo dinamismo ¿qué sentido puede tener querer hacer del tiempo algo uniforme, mecánico, robótico o deconectado de nuestro interior, impuesto?

El punto vernal astronómico es el punto en que el Sol pasa del hemisferio sur al norte en la elíptica de su movimiento relativo. Ocurre alrededor del 21 de marzo de cada año. Marca el equinoccio de primavera y aquello que denominamos «eras». Ambos equinoccios también determinan la igualdad de horas de luz/oscuridad media en el planeta, entre sus dos hemisferios. Dependiendo del hemisferio pasamos a menos horas diurnas a más horas nocturnas o al revés.

Actualmente, nos encontramos en la Era de Piscis y aún quedan unos cuatrocientos años para llegar a la Era de Acuario. Cualquiera, con un programa de astronomía gratuito de internet o de astrología sideral puede comprobarlo.

En el hemisferio sur  se suele aplicar todo lo relativo al norte sin tener en cuenta su propia relatividad/identidad. El equinoccio de primavera se produce alrededor del 21 de septiembre y actualmente marca Virgo, aproximándose a Leo.

El punto vernal no es estático, como nada en el universo. Su velocidad, como todo, tampoco es uniforme. Tiene una media de un grado de la elíptica cada 72 años en movimiento retrógrado (hacia atrás). Sin embargo, se ha dejado fijo a 0º de Aries cuando este punto pasó por allí, al comienzo de la Era de Piscis, hace unos 1.700 años. Ahí nació la astrología llamada «Tropical», estacional, la más común con diferencia hoy en día en el mundo occidental, no así en otras astrologías como la Védica.

Si algo nos enseña el universo es que el cambio es cíclico y progresivo. Ni uniforme ni deconectado. Los saltos, como de un mes con 28 días a otro de 31 y cada 4 años un día de más no tiene ningún sentido, salvo el de encajar lo que de por sí no encaja, lo inarmónico.

En un calendario más acorde con el tiempo real cuántico y por lo tanto, con una idea resonante o emocional de la vida, los meses, o divisiones serían idénticos, o al menos, no completamente aleatorios, y lo que cambiaría, en un movimiento progresivo, sería el comienzo y final de las estaciones, de forma muy lenta. En una vida apenas habría un cambio estacional significativo.

Trasladar todo el fondo del cielo, incluidos planetas, cada vez más lejos de su posición real-actual dejando estático el punto vernal, podría ser similar a negar lo que estamos viendo o, por lo menos, a colocarnos en una visión de hace más de 1.700 años con la excusa de vivir las estaciones siempre en las mismas fechas de calendario de forma artificial, pues nada es estático en el universo.

La idea de nuestro universo tiene mucho que ver con el tiempo. El tiempo es una forma de traslación en la realidad sutil, lo mismo que la velocidad lo es en una realidad densa.

Tener tiempo nos vuelve más sensibles, más emocionales, más intuitivos y creativos, nos relaja.

Los mensajes subliminales, dirigidos al inconsciente tienen un gran efecto y será mayor en la medida en que no sean percibidos por el consciente y, por lo tanto, no podamos defendernos o elegir acerca de ellos.