Todos los rituales son un juego simbólico.

El simbolismo es el lenguaje paterno del Inconsciente. El materno son las emociones de vitalidad, entusiasmo y pasión.

Las emociones negativas no existen, no  son más que el bloqueo de éstas verdaderas. La sombra no existe, es sólo ausencia de luz.
El mayor ritual es la vida. Si no somos coherentes en nuestra propia vida, difícilmente servirán otros “rituales”. Nada ni nadie puede reeemplazar tu ecuación de decisión ni tu libre albedrío.

Ser coherente o auténtico en nuestros actos con lo que decimos desear y/o deseamos cierra el círculo de la manifestación.

En numerología 3 es un símbolo de creación.

La creación se determina por un Padre, una Madre y un hijo.

Ritualizar es subrayar nuestra meta con otra energía más, la energía tierra que es la que mueve nuestros actos.

Para que el ritual sea más efectivo añade más presencia, consciencia, a lo que haces.

Por ejemplo, si vas a utilizar la energía “fuego” para quemar- una hoja con un simbolismo determinado, subjetivo, propio. O, si vas a entrerrarla en la tierra pidiendo transmutación  -con sus cenizas, que son la muerte de esa forma- ponte en contacto con esa energía…. evitando valoraciones previas.

La vida es vibración, movimiento… todo lo que “vibra” está vivo en algún modo.. El símbolo de la vida y el amor, es el corazón, que no para de “vibrar”.

Siente la vibración que emite aquello que está en el ritual, especialmente los elementos primordiales, como son el aire, el fuego, el agua, la tierra y tu simbolismo personal que desea ritualizar.

Hazlo en el momento en que tengas esa energía cerca, presente, previamente al ritual.

Armonízate con energía, confluye con ella, escúchala de algún modo, percibiéndola.

Con este acto estamos añadiendo energía, y por lo tanto, efectividad a nuestro juego.