PADRE -MADRE arquetípicos.

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Vivimos un universo polarizado, prueba de ello es que nuestro ADN (hasta ahora, al menos) tiene dos hebras. Nuestra visión del mundo tiene sentido en relación a lo que no es aunque con todos los matices que queramos y nuestros “programas”, los que quitamos con la Bio-TMR, se basan en la experiencia o, en la sanación de la experiencia (traumas?)

Arquetípicamente, es decir, para el inconsciente, nuestra percepción está polarizada, somos una mitad de algo, en algún sentido… ¿de ahí el concepto de “media naranja” o “alma gemela”?

Sabemos por la bio (biodescodificación-bioneuroemoción) que nos enamoramos de quien lleva nuestro programa al revés, es decir, de nuestro “reflejo en el espejo”, mientras los “programas” tengan un papel predominante en nuestra vida.

Nuestros padres físicos reflejan nuestra comunicación con el inconsciente: el padre nuestra comunicación exterior, es decir, lo que nos llega a través de universo fuera de nosotros, simbólicamente, tan interconectado con nosotros como el interno. Y, nuestra madre, nuestra comunicación interna, a través de las emociones.

Ambos son uno y se proyectan pues no puede haber nada fuera que no refleje el interior y nada dentro que no tenga un reflejo externo.

El inconsciente, es decir, nuestro yo superior, alma o sol en astrología (con quien comparamos fechas en la bio) tiene dos formas de comunicarse con nosotros: una, interna, a través de las emociones (madre) y otra, externa, a través del simbolismo de lo que ocurre fuera (padre)

El padre deja de estar ausente de nuestra vida cuando ésta tiene un “guión”, es decir, le encontramos sentido ¿Nuestro padre nos reconoce, nos aprueba? lo que somos, nuestras metas, ¿se enfrentan a la autoridad interna o se expresan sin conflicto formando parte del todo? Ése todo es el Padre.

La madre deja de estar ausente cuando nos sentimos nutridos física y emocionalmente, es decir, cuando no nos falta deseo emocional para vivir. Este deseo lo copiamos de “mamá”, ¿deseaba que viniéramos al mundo, que naciéramos? Si no, ahí tenemos el motivo de la ansiedad y la angustia o las adicciones (tabaco, alcohol, drogas, sexo…lo que sea que reemplace simbólicamente el papel de nutrir) que nos dominan emocionalmente.

La madre es muchas cosas, la mitad de nuestro universo, pero tiene dos papeles arquetípicos: sostener y nutrir. Da igual el nivel, no hay niveles para el inconsciente, sólo expresión vital. Si la energía se proyecta física, emocional, social, espiritual o mental es lo mismo, se proyecta en cualquier caso, se experimenta.

Nuestra madre física, como Gaia, como nuestras emociones o tono medio emocional, heredado de nuestra madre en su vientre, a través de los neurotransmisores que fluían con la sangre que nos alimentó mientras nos conformábamos como humanos, como todas las relaciones que mantenemos con la “nutrición”, alimenticia o financiera (trabajo) tienen el mismo patrón de expresión vital.

Reproducimos el mismo patrón de nutrición aunque el nivel sea disinto, físicamente con la comida, como en el trabajo, con la nómina, como en nuestra relación madre/hijo, etc..?

Siente profundo: repites programación, y, si algo te produce dolor y se expresa en todos los niveles de la nutrición son programas que se quitan con la Bio-TMR, pero sobre todo, con tu deseo de que así ocurra. Es decir, con tu ecuación de decisión. Hasta Dios la respeta. Tú decides. Sólo, ten en cuenta, que si quieres cambiar tienes armas potentes: imprescindible, tu visión global, un cambio de perspectiva al que te facilitamos el camino con la Bio-TMR.

Si tienes voluntad y deseo de cambio, ¡prueba!

El arquetipo de padre hay dos funciones, una es nuestro guion de vida. Si nuestra vida tiene un “sentido”, una finalidad, un orden, no un caos,tenemos “padre” y nos sentimos protegidos.

Otra función es la autoridad. Cuando no estamos en contacto ni somos coherentes con nuestra “autoridad” interna, la de fuera se expresa de modo extremo: o se siente su ausencia o su presencia en exceso, volviéndose, incluso, violenta.

Si esto no se da, tenemos “padre ausente”. Da igual que nuestro padre estuviera enfermo, trabajando o no pudiera atendernos por cualquier otro motivo, sin darnos cuenta captamos el mensaje y lo repetimos en todos sus niveles.

Sanar la madre implica sanar al padre, ambos se proyectan. Cuando no disfrutamos, perdemos la sensación de protección vital e ignoramos nuestra autoridad. Sanar a los dos es ser coherente entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. La trilogía: padre, madre, hijo.

Ser coherente implica ser feliz. Como decía Krishnamurti, sé tú el cambio que deseas en el mundo, comienza a sanarte a ti mismo. Permítete tu propia felicidad y contribuirás a la sanación interna y externa de la Tierra, sanando a la Tierra a través de ti.

Deja el sacrificio a un lado, nunca tuvo sentido. No existen razones para no ser feliz. La única verdadera razón es creer no poder serlo, una ilusión, no hay culpables. La enfermedad es un aviso de que hay un dolor emocional asumido sin necesidad. Como decía Jung, la enfermedad es el intento de la naturaleza por sanar al hombre. El que está enfermo, está sufriendo y asumiendo el dolor como inevitable, consecuencia de lo que él mismo cree que “debe” ser.

Has venido a ser Feliz, a disfrutar del viaje, el resto, son programas, creencias impuestas, transmitidas y aprendidas como impronta, una película más o menos incómoda de la que se puede salir.

El Nuevo Mundo viene a través de aquel que se emociona viviendo.

Si realmente deseamos la felicidad de nuestros hijos debemos dar ejemplo, la única lección que, realmente, les hace efecto.

Sanar las dos al mismo tiempo es traer el cielo a la Tierra.

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