La madurez se puede definir como aquel estado en que nos hacemos independientes o desligamos de la necesidad permanente de cualquier tipo de protección o ayuda por parte de nuestros progenitores. Creo que es una definición aceptada por la mayoría.
Cuando somos maduros, nos hacemos responsables de nuestra vida y participamos activa y conscientemente en ella.
A todos los niveles, como hemos ido mencionando en numerosas ocasiones, existen un «padre» y una «madre» también, un arquetipo materno y paterno relacionados con una doble función de cada uno de ellos. Al independizarnos, igualmente somos nosotros los que realizamos gran parte de la función simbólica de estos arquetipos, es decir, nos protegemos, alimentamos, guíamos y nos mantenemos por nosotros mismos también en el simbolismo espiritual.
Para el incosnciente, «padre» es todo aquello que cumple dos funciones básicas al mismo tiempo:
1-Protección. Sólo podemos sentir protección cuando vemos un guión en nuestra vida, una finalidad buena para nosotros, con la que resonamos emocionalmente, es decir, la deseamos.
2-Autoridad: Tendremos conflictos o buena relación con la autoridad externa, según la escuchemos y obedezcamos. Igualmente pasa con la autoridad interna, con lo que «sabemos» correcto, justo, porque nos resuena dentro.
Todos los conflictos que tiene un individuo, grupo, sociedad, cultura, país o continente a nivel de autoridad externa, («padre» real o simbólico: padre, marido, maestro, jefe, guardia, gobierno, juez, tribunales, religión, Dios…), son un reflejo de los internos: de la escucha y obediencia o no, a nuestro Ser Superior, a nuestra sabiduría, a aquello que «sabe» sin palabras, sin razones y sin aprendizaje lo que está bien y lo que está mal.
Aprendemos internamente como los niños, por experiencia: la matrix o película que vemos y su interpretación no es más que un eco de nuestro interior, vemos fuera, de una manera simbólica, arquetípica, qué sentimos y cómo actuamos ante diversos aspectos del Ser. Y ésto no es un castigo, es la única manera de adquirir sabiduría, un gran favor si tenemos el conocimiento para saberlo interpretar. El mensaje siempre va en consonancia con la importancia real interna a los ojos de nuestro Ser.
Los conflictos con la autoridad en toda su amplitud que actualmente estamos viviendo a muchos niveles: corrupción, abusos de poder, guerras, mala gestión económica, etc son el reflejo de la relación que mantenemos con nuestra autoridad interna.
Somos nosotros mismos los que boicoteamos nuestro poder, nos sometemos a una escasez sin sentido y entramos en conflicto con otros cuando vienen a enseñarnos la más importante lección: percibirnos a nosotros mismos.
Lo que vemos fuera, a cualquier nivel, personal, social, nacional, etc, no es más que el sumatorio de nuestras actitudes internas. Por ejemplo, creemos que debemos permanecer o conseguir una relación, trabajo, actitud, tarea, meta, etc., pese a que esa relación o actividad nos desconecte de esa sensación de estar haciendo lo correcto y justo para nosotros y los demás, la mayor parte de las veces por egoísmo o por múltiples deducciones racionales que no tienen nungún sentido desde la perspectiva del Ser, de un Ser despierto, cuya misión es comprobar que la vida tiene unas reglas, pero, no son de este mundo, o sí, si nos acogemos a la visión de la nueva ciencia, culturas iniciáticas o la llamada física cuántica.
¿Qué sentido tiene que la ciencia manifieste que afectamos a la materia desde la mente y la emoción si no podemos experimentarlo? Si la ciencia sólo se cumple en un laboratorio, tal vez no compense conocerla ni dedicarle más tiempo. La verdadera ciencia es empírica.
Despertar es darse cuenta de nuestra capacidad de creación en nuestra propia vida y en esta creación, no podemos pretender enfrentarnos a los hermanos que nos dan el mayor y mejor mensaje para que consigamos nuestro objetivo.
Si obviamos nuestra propia autoridad por limitaciones mentales y emocionales no podemos pretender encontrar una autoridad fuera coherente, confiable, digna, protectora, limpia.
Si estamos «obedeciendo» dentro una autoridad limitante, escasa, llena de temor, conflictiva y egoísta como es la razón (llamada en biodescodificación «tonto del culo») no podemos pretender algo distinto de eso fuera.
Si buscamos un sentido a nuestra vida debemos dárselo siendo coherentes en nuestros actos con lo que sentimos. Es la «protección» del padre.
No es sólo la física cuántica, también es la biodescodificación, la hipnosis, el hoponopono o la New Age en sus múltiples facetas, las que nos avisan, como mensaje último de su técnica o método que nos enfrentamos a nosotros mismos.
Culturas iniciáticas (las que han experimentado que creamos la realidad y nos ayudan a enseñarnos el proceso) como los Mayas, nos hablan de esta polaridad dentro-fuera. Concretamente hablan del periodo 1999 a 2012 donde ya se empieza a notar la energía proveniente del Sol Central y que llamaron «El Salón de los Espejos», donde todo nuestro poder creador se va manifestando más fuerte y más rápido, donde el tiempo se acelera y, por lo tanto, los resultados de nuestros pensamientos, emociones y acciones también. Se acelera el proceso de creación -salimos de la 3D-.
En la 3D las consecuencias de nuestros actos se dilatan en el tiempo y se pierde la perspectiva de nuestro verdadero poder.
Actualmente, con las energías que vienen del agujero negro de la galaxia, que hacen reflejo en nuestros soles: Alcyon y nuestra propia estrella, cada vez que el agujero engulle nueva materia, radiando la energía disipada de la singularidad física, donde el espacio-tiempo se curvan hasta el infinito, donde, no existe el tiempo, esa energía de vacío, de no tiempo, es traída hasta nuestro pequeño planeta y hacia nuestra galaxia, acortando el tiempo y el espacio entre nosotros y nuestra manifestación.
Es una inmadurez intentar actuar cambiando el reflejo y no su origen. Es una inmadurez actuar por miedo al reflejo o creando conflicto con él. Es una inmadurez someternos a unas leyes racionales que son sólo la burda apariencia de un juego mucho más profundo y mucho más jovial.
Para cambiar el mundo no hay que votar a un partido u al otro, leer determinada prensa ni acudir a manifestaciones. Si de verdad queremos cambiar nuestro mundo hay que ir hasta el fondo, sacar y limpiar nuestro interior y agradecer al «reflejo» su mensaje, porque sin él nunca habríamos entendido qué tenemos dentro y, por lo tanto, qué hay que limpiar.
Si nos empeñamos en crear conflicto con el reflejo y sólo con él, acabaremos consiguiendo más de lo mismo: conflicto.
No es fácil en esta cultura ver dentro las razones llevadas al extremo que vemos fuera, si bien, es que esta forma de ver el mundo, con los patrones de supervivencia limitantes que arrastramos y el poder que le hacemos a la razón egoica quizás nos queden ya muy pequeños, por eso se tensan y nos esclavizan tanto desde fuera.
Cambiar la perspectiva no es fácil, apostar por lo que va en contra de la razón levanta todas nuestras resistencias sociales. Tal vez haya que estar, o muy seguro, o muy al límite para aceptarlas, que es justo a donde ahora nos lleva la vida, en cualquiera de éstos sentidos.
Las energías son muy poderosas, rápidas y contundentes. Y cada día, lo serán más. Es tiempo de madurar.
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