LA CREACIÓN DE LA REALIDAD SEGÚN ARQUETIPOS ASTROSIDERALES

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Mucho se habla sobre crear la realidad, que somos co-creadores de nuestra realidad. Todos conocemos el libro o la película de “El Secreto” y otros similares que nos indican los pasos a seguir para “crear”. También se suele aludir a aquella frase de la Biblia en que habla que “fuimos creados a imagen y semejanza de Dios” se refiere no necesariamente a nuestro cuerpo, sino a esa capacidad de creación divina con la que todos estamos dotados. Sin embargo, en ocasiones, la mayoría habremos probado con resultados inciertos o incluso nulos, esas prácticas.

Desde ASTROSIDERAL vamos a abordar este tema desde los arquetipos astrológicos para ver qué conclusiones sacamos. En este sentido vamos a ir abordando uno por uno los arquetipos-planetas implicados y los distintos niveles de realidad en que se produce la creación. Es un tema tan amplio, que no descartamos hacer un segundo artículo.

Empecemos.

NIVELES: Los distintos niveles de creación están representados por los 4 elementos astrológicos. De ahí el nombre de “elementales”, esa energía viva que se circunscribe a cada nivel en que se compone este universo y nosotros mismos:

  1. Fuego. el más sutil. Representa la energía, el que llaman “chi” en Oriente, así como la intención con que realizamos las acciones o actividades. Representa el comienzo y tiene que ver con la alusión “alfa y omega”. El comienzo lleva la semilla del final en su propia intención. El Sol, que asume parte de este significado también representa nuestra parte divina y al “Padre” arquetípico en su simbolismo.
  2. Aire, el siguiente, en el nivel sutil: representa el mundo mental, las ideas. Es un mundo muy amplio, de infinitos caminos e interconexiones entre ellos que pueden conducir, si no hay una intención y una emoción clara a un laberinto donde todo y nada tiene sentido al mismo tiempo. Con el fuego, representa la energía masculina. El planeta Mercurio asume gran parte de su simbolismo en el mapa.
  3. Agua. Representa nuestro mundo emocional, nuestros deseos y anhelos, aquellos a quienes amamos y lo que amamos. Lo que consideramos valioso en cualquiera de los 4 niveles, de cada elemento. En este sentido, cuando nos referimos a temas monetarios, nuestro inconsciente habla de “liquidez” porque los valores y la economía están relacionados a través del elemento agua. La Luna, por ejemplo, planeta de simbolismo femenino, junto con Venus, también representa el mundo emocional y el agua.
  4. Tierra: es el más denso de todos, representa nuestras acciones. Representa la 3D. Es el único nivel donde el tiempo es una dimensión, dado que en los otros tres más sutiles, el tiempo no afecta. De hecho, en ocasiones, moverse por los otros niveles de forma muy energética puede afectar el tiempo en la 3D. Es el arquetipo de Saturno el que representa todo esto. Un tránsito de Saturno o a Saturno materializa, baja de nivel, condensa, hasta nuestras propias emociones, ideas o energía.

La creación siempre empieza por la parte más sutil, con la intención, representada por el fuego, y depende de la intención que hayamos puesto al comienzo, así será la conclusión de lo que hayamos hecho. En esta ley universal se basa la astrología. Alfa y Omega, nuestra divinidad tiene que ver con ello también.

Cuanto más denso sea nuestro objetivo, más tardará en consolidarse y manifestarse o bien, más energía necesitará. Pero, como los otros nieveles no son afectados por el tiempo, un gran caudal energético, mental y emocional pueden cambiar las leyes temporales. Es lo que se denomina normalmente como “milagro”. Manifestación en la 3D de esas energías atemporales.

EL PRIMER PASO PARA CREAR REALIDAD: sentirnos, pensarnos y actuar en consecuencia, es decir, fundirnos con nuestro objetivo en el presente, sin tiempo, en el presente continuo, es la forma de manifestarlo en la 3D. “Siente lo que ya eres interiormente, pues todas las posibilidades están en ti y da las gracias por ello”.

LA SOMBRA: Este es un punto importante a tener en cuenta. La sombra es simbolizada por Plutón, es precisamente aquello no manifestado que está ahí, pero en un nivel sutil. Representa lo que no vemos o no queremos ver de ese mundo sutil. No tiene una connotación ni peyorativa ni positiva. Incluye la parte emocional, el elemento más denso de los 3 niveles sutiles y confluye con Escorpio y su regente Plutón, compartiendo un simbolismo similar.

En la sombra están nuestros programas y prejuicios inconscientes. Por ejemplo, si queremos tener una vida de abundancia, pero en nuestro clan familiar existe un prejuicio acerca de que todos los ricos son en el fondo mala gente, habrá una resistencia inconsciente a recibir esa abundancia para no ser visto como mala gente por nuestro clan y esta resistencia, con su energía particular, sus miedos y sus bloqueos se sumerjerá en nuestra “sombra” para que nuestra personalidad consciente pueda cumplir con ambos deseos, aunque éstos, en realidad sean contradictorios y se autolimiten el uno al otro.

En la sombra se sumergen las contradicciones, las incoherencias, las desarmonías entre distintos aspectos de nuestro Ser para poder seguir con ellas, sin renunciar a ninguna.

La sombra está relacionada con la casa VIII, soltar, dejar. El primer paso de una creación, un nacimiento, siempre pasa por soltar, por perder, por ser capaces de renunciar a una de las posibilidades contradictorias entre sí en un mundo como éste, un mundo dual . “Para que una semilla florezca y dé fruto, primero debe pudrirse y entregarse a la tierra”.

La sombra es lo que lleva camino de manifestarse, una acumulación de los elementos que no son tierra aún, por eso es importante. De hecho, la sombra es tanto más poderosa cuanto menos se quiere ver o se ve. En este sentido es más “sombra”. Si fuesemos capaces de percibirla, actuaríamos en consecuencia y perdería todo su poder.

El poder está en lo interno, sutil, emocional, mental y energético al mismo tiempo y de forma completa, porque son los verdaderos hacedores de la manifestación posterior. Buda, probablemente se refirió a algo similar a eso cuando fue preguntado sobre su despertar, en qué consistía exactamente y dijo “he visto al arquitecto”.

La falta de consciencia de esa sombra es precisamente lo que la hace manifestarse, con la finalidad de que la consigamos ver y así trabajarla, asumirla. Manifestar esa sombra, como por ejemplo, hablando al respecto, contar sobre ella, es una forma de quitarle fuerza. Los psicólogos saben que, ante un trauma repentino, lo mejor es hablar, contar cómo nos sentimos, no dejarlo dentro. Por esa misma razón no conviene contar los proyectos hasta que se manfiesten, perderían fuerza.

Plutón y el signo que rige, Escorpio, representa el poder. Plutocracia es el sistema donde rige una minoría de gran riqueza. La riqueza y el poder son sinónimos en este mundo. Por lo tanto, en esa realidad no manifestada existe una gran energía y un gran poder. Quien sea capaz de percibir las partes ocultas de sí mismo tendrá la clave de la manifestación en su vida a través de encauzar ese gran torrente de energía.

Desgraciadamente , mucho de nuestro Ser completo se haya sumergido en esa sombra, como el iceberg en el mar, apenas un 10% es reconocido, percibido, el resto, por temas familiares, culturales y psicológicos o de confort, se haya reprimido, subvalorado, oculto de nuestra consciencia.

Los orientales, específicamente la filosofía budista, concluyen que “es la Ignorancia la madre de todos los males de este mundo”. Convergiendo con las ideas expresadas por el simbolismo plutoniano, pues la ignorancia es la consecuencia de nuestra sombra.

La realidad se manifiesta a través de la acumulación energética de nuestra intención, pensamiento, emoción y actos. Si todos van en la misma dirección, no hay “robo interno de energía”, ni externo, sin embargo, si cada uno, nuestra parte espiritual, emocional, mental y nuestros actos reales, se dirigen a metas u objetivos distintos la energía no fluye, se agota, se obstaculiza a sí misma y lo “valioso” se pierde. Somos nuestro propio enemigo.

Valores y hogar es otro simbolismo que es sinónimo en los arquetipos de ASTROSIDERAL, por eso, tal vez tengamos que preguntarnos ¿por qué ha habido tanta gente en general que ha perdido su “casa”?

La casa es uno de los elementos que componen nuestra realidad más valioso para cualquiera, de hecho, por eso se “hipoteca”, forma parte de nuestros bienes.

La casa, el hogar energético, es el lugar donde nos sentimos más relajados, en paz, a gusto  y depende de si nuestras 4 energías confluyen y se ayudan, no se obstaculizan las unas a las otras. Es el lugar donde nos “cargamos” de energía (internamente) para realizar una vocación (externamente). Con los 4 niveles del Ser unificados internos podemos afectar el mayor impacto armónico externo.

La armonía entre nuestros distintos niveles de energía es representada por Venus, el 6 para los numerólogos, el número phi, el número dorado a otro nivel no lineal.

La armonización o conflicto entre nuestros 4 niveles energéticos influye directamente en la manifiestación en la 3D de nuestros valores y nuestro hogar y afecta nuestra radicalmente a nuestra capacidad de creación, nuestra divinidad.

Esa armonía global, está íntimamente relacionada con lo que consideramos más preciado, más valioso a cualquier nivel, nuestros valores, Venus, porque, esa armonía interna es realmente lo valioso que hay en nosotros, como Seres de luz, con capacidad creadora, seres divinos y así se manifiesta en nuestra 3D.

En lo emocional, lo más valiosos serán nuestros amores (personas, ideas, lugares, cultura, etc), así como en lo físico nos referiremos a nuestro dinero, nuestros bienes (incluido nuestro hogar) y nuestra economía.

Tanto Venus como la Luna, son energías femeninas, pasivas, de efecto reflejo, espejo. Valoramos lo que se nos muestra, pero no necesariamente creamos lo que valoramos. Donde el aspecto global simbólico energético femenino de una sociedad y del lugar ha sido oprimido, la abundancia no fluye. Por lo tanto, la abundacia y las energías femeninas están siempre relacionadas.

Avanzando en otro aspecto distinto del mismo planteamiento de armonización interna, nuestra vida personal (casa, hogar IV) y nuestra actividad profesional (casa X) se influyen mutuamente. Pensemos qué etapa profesional experimentábamos cuando concluyó una relación que hayamos vivido en el pasado y podremos apreciar su influencia en nuestra vida.

Resumiendo, el poder de creación es nuestro, salvo en lo que no percibimos. Hay cuatro niveles de densidad material. Creamos armonizando los cuatro, salvo, de nuevo, en lo que no percibimos, porque todos creemos estar en sintonía armónica interna, aunque no sea así (ésa es la función de nuestra Sombra, ocultar la desarmonía).

En nuestra sombra no sólo enviamos cualidades negativas que no queremos ver, también positivas que no sabemos cómo manejar o nos da miedo poner en práctica, por eso, en la Sombra se esconden también nuestras mayores virtudes, cualidades, capacidades y tesoros.

La tendencia al autoengaño, el aferrarse a nuestra zona de confort, aumenta nuestra sombra, y es allí donde perdemos poder.

Atender a nuestros defectos, los probables obstáculos que puedan sugir en el camino de consecución de nuestras metas para ponerles remedio incluso energéticamente es una forma de resolver parte de esa sombra . Tal y como solicitamos un aparcamiento antes de llegar a un sitio complicado para poder aparcar, así deberíamos solicitar solución ante los bloqueos del camino. No hay que darle nunca la espalda a esos obstáculos que percibamos sino hacer por solventarlos, energética y de forma más pragmática, en la 3D.

La sombra ya está, ya es, por eso pide ser asumida, reconocida y, finalmente, bendecida a través de la armonización.

Hacernos preguntas sobre nosotros mismos y objetivamente ser capaces de percibir nuestra actuación real reconociendo las acciones que realizamos o realizaríamos de facto es una buena forma de empezar a transmutar la sombra, empoderándonos. Asumamos nuestras debilidades, nuestros miedos, nuestras contradicciones de forma interna al menos y nos haremos más completos.

Percibir a nuestro respectivo Plutón, nuestra Sombra, completa y empodera a su vez nuestro Sol, nuestra parte divina y creadora, el arquetipo Solar. Ying-Yang en un mundo dual.